Expansión térmica

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El falso pimiento enclenque y su escudero, un limonero paticorto pero dadivoso, se cocían a fuego lento en los dominios de la primavera madura. Silbaba como pava el primer grillo cuando el jazmín, ya incapaz de contener la presión acumulada, explotó en su maceta de cemento alisado. Los humanos no nos dimos por aludidos. El aire acondicionado de la piecita, que jadeaba tibieza, amortiguó sus “POP, POP, POP” de pochoclo.

El vacío que le siguió solapó a dos nubes alfa que, irascibles, chocaron sus cabezas hasta matarse. La temperatura descendió quince grados. Los vientos frescos, que ya habían emigrado al norte, regresaron a pastar lluvia. De las cuarenta flores que encontramos, temblando en sudor frío, sólo ajusticiamos a veinte. Nos pareció correcto ir a medias con la planta, a la que siempre cuidamos con esmero.

Hoy nuestra parte del botín amarillea, como las páginas de un libro, en grupos de cuatro en cuatro. De tanto inhalar y exhalar jazmín la saliva nos sabe a almíbar. La fiesta terminó y yo me sigo tiñendo las canas. Veinte flores indultadas yacen desplumadas sobre el césped. El jueves, si los huesos no se oponen, recogeremos las compoteras de porcelana.

No se divisa un capullo. El jardín vuelve a ser verde.

NATALIA DOÑATE

7 Comentarios

  1. Me maravilla tu uso del lenguaje, rebosante de exuberancia. Y qué decir de ese «limonero paticorto pero dadivoso» que contiene el todo y un poco más. Qué gozada.

  2. Está bravo el clima. Me gusta la delicadeza de tus narraciones. A veces se me confunde el personaje central, que no siempre es una persona, y puede trasladarse ( en el transcurso del cuento) al viento, la lluvia o incluso un jazmín.
    Un abrazo.

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