Hilo de pensamiento

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Inspirada por un renovado sol de primavera, alargué el regreso a casa por Plaza San Martín, uno de los tantos espacios que oxigenan el microcentro bonaerense sin censurar insultos ni bocinazos. Mi mente cantaba estropeando las letras, conservando las rimas. El hilo de pensamiento casi me tira al suelo. Se encontraba atrapado, tirante, entre dos bancos de piedra. Su color verde agua denotaba que no era mío, pero su abandono de billete de dos pesos me incitó a enroscarlo en la muñeca, como quien recoge un barrilete.

La voz ajena comenzó un monólogo al que mis pasos dieron cuerda. Entre atascos frustrantes y suavidades de algodón -recuerdos de novias y heladerías- descubrí verdades universales, restauré ideas valiosas. Decidí devolver los pensamientos a su dueño.

Con el hilo como guía caminé varias cuadras, algunas en círculo. Abandoné la empresa, despavorida, cuando comprendí que se adentraba en el hospital psiquiátrico.

NATALIA DOÑATE

5 Comentarios

  1. No sé por qué me hizo acordar a un tema de Pastoral: «quiero atrapar al sol, en una pared desierta», creo que lo habrás escuchado.

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