Puntos supensivos suspensivos (..). La repetición suena a error. La ausencia, a descuido. Bien lo sabe el corrector de Word, que apura una oferta salvadora:
—Un módico click y los mando a dormir con los peces.
Elijo redoblar la apuesta.
—Café café —canta mi teclado cual tambor de guerra (gracias, Ariel, por eso).
El programa pisa el palito y subraya la segunda palabra. Se lleva «Sustantivos adjetivados» a marzo.
Ya era tiempo de soñar un poco. Con el sol invocando espejismos en su ouija de chapa, el aire se vuelve rancio. Aprender a volar bajo techo es cuestión de vida o muerte. Hoy, sin ir más lejos, probé hacerlo en la ducha. Atrapé un problema que casqué hasta sacar esta idea: los puntos suspensivos son para las gotas que caen por los azulejos, pero no aplican a las que se atascan en la mampara. Éstas merecen una puntación acorde.
Lo dije y se desató la tormenta. Afuera cae el agua, recta y filosa, como largos signos de admiración. La mayoría repudia mi pequeño acto de rebeldía, aunque unas pocas me felicitan e incluso, me llaman.
—¡Traé tus ideas! ¡Nos juntamos en el lago!
Les arrojo un punto solitario que les ofende. No comprenden..
Los puntos suspensivos supensivos me están ayudando con la vida. Resuelven paradojas, como la de aquella amistad que no se terminó y que tampoco continuará. Son la sal de la gota evaporada, aunque versátiles, pues rebosan de libertad. Sin ir más lejos, usted está leyendo mi texto, completamente desprevenido. De pronto, yo le arrojo una pelota, mi signo nuevo (..). Tiene dos opciones: borrar un punto y dar la conversación por terminada (punto final) o sumar su puntito de arena y seguirme el juego…
Aquí lo espero..
NATALIA DOÑATE
Y acá anda este lector dominguero, rescantando bellas frases de tus relatos, como: «los puntos suspensivos son para las gotas que caen por los azulejos, pero no aplican a las que se atascan en la mampara». No tengo casi faltas de ortografía, pero me llevo bastante mal con los signos de puntuación, no sé…
Rescatando, quise escribir.
Gracias, Jorge! Será una cuestión de distracción, porque acá están perfectos 🙂
Te sigo ni hablar! ! Gracias!
Jaja gracias a vos de corazón!
Es sublime, cómo no. Y muy necesario también; cuando Word hace de las suyas con los puntos suspensivos variando el tamaño, añadiendo o en ocasiones restando, surge un desequilibrio que deja sin palabras al verbo.
Porque claro, (..).
Y separa palabras que van juntas, mete tildes que nadie le pidió.. es un diablillo. Gracias x pasar, Joiel
Se te ocurre ¡Cada idea! que me deja pasmado.
Me va a costar incorporar este concepto (..). O no.
O no.. 😉
Me ha encantado tu texto Natalia. Permíteme que sume mi puntito de arena y te siga el juego. Yo soy mucho de puntos suspensivos, no solo cuando escribo… me temo que en mi vida también… Un abrazo sin puntos ni comillas
Gracias, Sabius!! Algunos granitos más y nos hacemos un castillo!! Abrazo con signos de admiración 🙂
«La repetición suena a error. La ausencia, a descuido»…empezaste fuerte ♥️ y le siguió una delicadeza semejante a la caida de una hoja de arce en otoño …buah!!Me encantó❤
Ayyy muchas gracias! Hoy tocó así, por lo general soy de arrancar suave y dar el hachazo al final, jaja. Gracias, Patricia, por tus amables comentarios.
Me encantan los puntos suspensivos…
gran relato
Gracias! 🙂
Hola Natalia, por primera vez por aquí, buena cosa lo de los puntos suspensivos, Juan Ramón Jimenez era muy aficionado a ellos y Juan Rulfo estructura con los puntos suspensivos uno de sus mejores cuentos. Saludos 😉
Hola Esther, gracias por el dato!! Y gracias también por pasar y comentar 🙂