La paleta perfecta

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Sutiles amarillos y lilas de dulce aroma decoraban los aceitunados palillos a mi alrededor. A lo lejos, recortado en azul cielo apenas pincelado de blanco se amarronaba el tiempo en un castillo.

Tres altos y añejos verdores se mecían ante una fuerza invisible y afable mientras yo, apenas un trazo gris en el verdegal, buscaba apaciguar mi sed de más colores.

Rojos y violetas serían inadecuados en ese entorno pastel; destacarían demasiado. El negro podría volverse un peligroso agujero capaz de succionar una galaxia entera y con ella, mi paisaje. Unos pocos reflejos plateados arrojados al azar crearían confusos espejismos, dando una falsa ilusión de agua a los pobres animales.

Por lo visto, sería preferible no alterar nada.

Satisfecha ante la paleta perfecta me encontraba cuando, a mis espaldas, un joven de ensortijados cabellos anaranjados descendió de su caballo y se quitó el sombrero. Con impecable dicción me ofreció su compañía.

En mis mejillas floreció el rosado.

NATALIA DOÑATE

14 Comentarios

  1. Me gusta hacer fotos y ver pintura.
    Sería fantástico si me fuera posible crear la imagen gráfica de tu escrito…
    Lo intentaré, pero faltará el príncipe, que estará fuera de cámara…

  2. Estoy confuso. Primero veo a alguien pintando un paisaje hermoso, con castillos, plantas y animales… pero el caballero está en el cuadro o fuera de él? :O
    ¿Es como un juego de matrioska? jaja, muy curioso! poderoso relato corto!! muy bien!

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