El chiflete

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            Recostado en su pequeño lecho de soltero procuraba conciliar el sueño, pero los dientes le rechinaban. Finalmente se incorporó y encendió el velador. Con ojos encandilados notó que la ventana de su habitación estaba abierta de par en par. “Qué locura, habría jurado que la cerré“, pensó, pero aún saboreaba el resabio de vino en la lengua pastosa y no había nadie más en esos cuarenta y cinco metros cuadrados a quien culpar. La chica de la risa contagiosa era apenas un recuerdo.

Subió la calefacción a tope y volvió a la cama. Fue como aterrizar en una montaña de nieve. Le ardía la garganta y un chiflete soplaba sin piedad en sus oídos. Se puso la bata azul, que poco mejoró la situación y recorrió el departamento en busca de ventanas abiertas. Cerró la del baño y la de la cocina. Temblando de pies a cabeza giró la perilla de la hornalla para prepararse un té. No había gas. Otra vez le habían cortado por falta de pago. Empezaba a desesperarse. Debía entrar en calor pronto o se enfermaría. Recordó que tenía unos burletes de goma. Era algo.

Totalmente despabilado y malhumorado, chequeó abertura por abertura con la precisión de un cirujano. Los dedos helados apenas le respondían, pero logró sellar cada espacio para que no entrase ni una gota de aire y volvió a acostarse, envuelto en las cuatro frazadas que poseía y sin quitarse la bata. Pero el frío había hecho metástasis en sus huesos.

Encendió nuevamente la luz y se encontró atónito ante las ventanas abiertas de par en par. El pánico le hizo olvidar el frío. Había alguien en la casa. ¿O había sido el viento? Las cerró nuevamente y por las dudas se quedó sentado, envuelto en la manta. Lloró desconsolado cuando descubrió que ya no podía moverse, pero al rato dejó de sentir frío.

Era ya media mañana cuando un runner corajudo se encontró al mendigo congelado debajo de un puente. Sin demasiado apuro llamó a una ambulancia, consciente de que ya no había nada por hacer. El pobre había pasado de un sueño al otro.

NATALIA DOÑATE

Imagen: https://www.freeimages.com/photographer/mmagallan-38172

12 Comentarios

  1. Buena mezcla de emociones superpuestas y de sensaciones desvalijadas por la cruda realidad. En efecto, inquietante pero muy bueno. Abrazo Natalia.

  2. Un cuento muy bien pensado y bien resuelto. Te deja pensando.
    Y como en todos, te invita a releerlo.
    ((Me gusta leerte porque aprendo palabras argentinas: tuve que mirar lenyero, jamás lo había oído, y ahora veo que el corrector ortográfico tampoco sabe que existe))
    Gracias

  3. Muy buen relato Natalia. Al final nos sorprendes. Muy bien narrado como es costumbre. Y hoy me hiciste buscar varias palabras en el diccionario, será que acá no se usan mucho.¡ Saludos!

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