Las hadas de mayo

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Blog literario
La casa de las arenas, blog literario de Natalia Doñate

Amanecí a oscuras. Comprendí que el cielo había ajustado al fin su vestuario al cambio de estación. Aunque también había una tormenta del demonio. Echando en falta a los querubines rosados, busqué compañía en la única luz a mi alcance; el rectángulo angosto y lejano de la cocina de los vecinos. El resto de la casa, minimalista y angulosa, apenas se adivinaba contra el horizonte: un navío que la lluvia no lograba amilanar; estable y erguido entre el rugir del mar y los destellos de faros enloquecidos.

Ya para las ocho de la mañana, la luz triunfante había coloreado el barrio con su paleta de tonos fríos. La parejita de al lado, alegres ex-capitanes de altamar, pisaban tierra firme en dirección a sus respectivos trabajos. Los vi subirse al auto por entre las inertes gotas de agua, prisioneras de guerra, que desfallecían en mi ventana; incontables lupas de verde pino y césped, de gris cemento y cielo, de marrón tranquera y de marrón árbol.

A pocos metros de distancia, cientos de seres alados -quizás miles- se desprendían del césped cual semillas de diente de león, posándose algunos sobre los rombos de mi alambrado, alejándose otros a prisa en dirección al cielo, y cortando el vuelo en seco los menos, los desafortunados, los que irían a parar al estómago de los gorriones. Se trataba de un enjambre de termitas voladoras que emprendían su vuelo nupcial, surgiendo, como lo hacen cada cada año (y sólo un día al año, siempre en mayo, siempre con lluvia) desde las profundidades de la tierra, para aparearse y colonizar nuevos espacios. Sólo por hoy, esos seres subterráneos amarán la luz. Se sentirán atraídos por los faroles del barrio -aún encendidos a pesar del inminente día, por la ventana de mi vecino, por el cielo infinito. Mañana perderán sus alas y volverán a caminar entre nosotros (o, mejor dicho, por debajo de nosotros).

Gracias a ellos escribo hoy. Porque en este hermoso día ganado a la noche, en el que una casa puede ser un barco, los insectos se transforman en hadas y la distancia al sol es unidad de medida del tiempo, una mujer mirando por la ventana puede ser lo que le venga en gana.

Y yo elijo ser escritora.

NATALIA DOÑATE

4 Comentarios

  1. ¡Bravo, Natalia!, celebro que en la historia que nos narras, y en la tuya propia, hayas decidido ser escritora.

  2. ¡Bello amanecer! Me encantó la similitud entre el despertar y el ambiente marítimo. Amo el mar, la lluvia y todo elemento agua. ¡Quién pudiera despertar tan inspirado cada mañana!

  3. Hola Jorge!! Gracias por pasar! Acá la lluvia sigue, y yo feliz de la vida, disfrutando cada detalle. Que tengan un lindo fin de semana

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